25 sept 2016

El tar o la vida


POLLO CON CIRUELAS 

de Marjane Satrapi



(Norma Editorial, 2004)



Acometer la lectura de una obra de Satrapi es garantía de conmoción emocional. Ya se veía venir. La premeditación en este caso rozaba su grado máximo. Para quienes ya conozcan a esta pintoresca dibujante iraní, no les pillará por sorpresa el modo que tiene, a la par subliminal y explícito, de erosionar a las almas inquietas que optan por sumergirse en sus creaciones. Y para quienes desconozcan la existencia de su particular universo, es mejor mantenerse distante de estos cantos de sirena, si se quiere prevenir el embelesamiento; salido a su encuentro, no hay vuelta atrás posible

Ya maravilló a público y crítica (hecho sumamente milagroso), con la publicación de la que quizás sea su mejor obra (y por extensión, de las mejores obras gráficas de la historia); me refiero, claro está, a Persépolis. Se trata de un retrato autobiográfico, de cómo una vida emprende una huida del incomprensible fantasma del fundamentalismo, en busca de un horizonte liberador, en un contexto social amenzador y hostil para el desarrollo de la persona.  

Pues bien, en este caso lo autobiográfico cobra protagonismo nuevamente, si bien el mismo se centra no en la propia Setrapi, sino en la figura de un familiar suyo: Nasser Ali, tío de la madre de Marjane.  

La historia nos narra un suceso trágico que este Nasser Ali se ve obligado a padecer. Y es que habiendo sido músico consagrado durante toda su vida (se nos presenta como un virtuoso intérprete de tar -instrumento de cuerda-), en el presente se encuentra abocado a un familia en plena descomposición; el matrimonio con su mujer se presenta como una desgracia, que le ha tocado arrastrar durante toda su vida; y además de ello, sus hijos apenas muestran interés por su persona, hecho que le reporta una profunda apatía. 

Pues bien, lo trágico del asunto encuentra su génesis en una disputa que Nasser Ali mantiene con su mujer, disputa que desemboca en un suceso demoledor para nuestro protagonista: la mujer, en un arrebato de cólera desenfrenada, coge el tar entre sus manos y acaba partiéndolo por la mitad. En este momento inicial de la narración, para el lector se presenta como improbable imaginar el estupor que este hecho desencadenaría en el virtuoso intérprete; al menos, hasta las páginas finales de la obra, donde aflora el preciado significado que el instrumento llevaba aparejado para Nasser Ali. 




-Ojo Spoiler- Entrando de lleno en el núcleo argumental, la obra se presenta en varios capítulos, que van mostrando, sucesivamente, la agonía creciente que se manifiesta en la persona de Nasser Ali. Desde luego, no cabría reprocharle tal reacción, ante la gravedad de los hechos; como ya he dicho, su vida por entero había sido consagrada a la música que transmitía con su viejo tar. 

Pero por desgracia para nuestro querido músico, su sufrimiento no se circunscribe a lo anterior. Así es, conforme avanzan las páginas, Setrapi va dejando entrever la razón de la caída de Nasser Ali en el averno. Progresivamente nos va aportando datos, sucesos del pasado que nos permiten, atar cabos: un amor imposible. 

Y es en este punto donde estalla la crisis existencial del protagonista. Descubre, en sus cavilaciones febriles, que su vida ha sido una completa farsa. Desde ese instante, se niega a comer, a salir de su habitación, y mucho menos, a dirigir la palabra salvo con austeros monosílabos. Decide poner fin a su vida, planteándose qué medio sería el idóneo, e incluso yendo al encuentro de la mismísima parca. 




Entre intermitencias en las que rememora sus vivencias pasadas, se va perfilando su alma atormentada. Primero, por el lugar que le tocó ocupar en la familia durante su infancia, eternamente comparado por su madre con su hermano, hermano que representaba para la familia el ideal de futuro, por destacar en múltiples materias. Para Nasser Ali, quedaba el más desdibujado exilio que espera a los que frecuentan las facetas artísticas. A este hecho, hay que añadir el origen del drama del que aquél es portador; su amor imposible. Así es, la típica historia. Nuestro protagonista conoce a una mujer, la pretende, y una vez va a pedirle la mano al padre de ella, éste se niega al descubrir el oficio de Nasser Ali. En fin, cosas de las tradiciones malsonantes. 

Hasta aquí, el primer episodio de la tragedia. El segundo, mucho más capital, se muestra en una escena que se repite en la introducción y en el desenlace de esta historia. Con la particularidad de que frente a la confusión que genera dicha escena en su primera aparición, hay que contraponer el enorme impacto, que de sopetón abofetea al lector, y le descubre lo sui generis del dolor experimentado por Nasser Ali. En la escena a la que hago mención, aparece un plano de una calle. Bastan dos viñetas para mostrar el encuentro del músico con una mujer y su hijo. Mujer que resultará ser, en el desenlace, la destinataria de ese amor imposible. 

Pero volvamos al tema del tar. ¿Por qué ese significado tan especial para ese instrumento? ¿Valor desorbitado? ¿herencia familiar? Nada de eso. Entre las revelaciones que se presentan a modo de flash back, una de ellas nos aclara este particular: en una escena, cuando Nasser Ali se encontraba junto con su mentor, aquél le confiesa lo que para otra persona se presenta como inconfesable; el terrible amor del que nunca podría disfrutar. Un amor que le acompañaría en forma de fantasma a lo largo de su vida. Tras la confidencia, el mentor de Nasser Ali le hace entrega del tar. Le dice que debe canalizar ese sentimiento a través de este instrumento, que con ello podrá liberarse. A partir de entonces, Nasser Ali pasó a tener dos corazones vitales. - Fin del Spoiler. 




En fin, una historia que muestra el desgarro de un alma humana, privada de su deseo, y condenada a una existencia vacía, en la que cuenta con una única pieza de cordura con la que fraguar a través de su oscura senda. Una razón para vivir, que cierto día le es vilmente arrebatada. Y es entonces cuando la oscura senda termina por tornarse en un árido páramo. 

Tal vez, la peor enfermedad es aquella de la que no existe cura; es perderse de manera definitiva, sin posibilidad de retorno. Porque todos, al igual que Nasser Ali, tememos decidir morir. 



Lo mejor: Un guión inmejorable. 

Lo peor: Un excesivo recurso existencialista. 

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